31 mayo, 2015

OTRA PIEL...DE ZAPA



Puede ser, que al mirar a través de distintos
cristales se contemple el sombrío paisaje
que conspira constante en nuestra memoria 
y hacia los canales de la tristeza empuja,
con rumbo a una  laguna de harta melancolía.

Dejar que la hiedra abrace ventanales,
tratando de cegar los débiles matices,
es cincelar lo agrio en profuso horizonte,
ceder a sus raíces que agrietan los muros
que se  erigen creando fortalezas, al ritmo
de troncos con melenas de esmeraldas, ceñidas
como hilachas de luz que atropellan las sombras .

Un  paso atrás no está negado, cuando
sea determinante quitar la piel de zapa,
de las sensaciones que se labran sombrías
en las fibras ocultas, susceptibles e hirientes
que llevan a inventar inconsciencia y tormento.

Desnudarse -total- de la piel de zapa
que lastima  y evita encontrar el cristal
límpido que evidencia los hermosos matices
de un paisaje afligido por la tenaz ceguera
que extrae sinrazones y cava sinvivires.

Otra piel de zapa, mágica, que no encoge
cuando vacuos deseos se sienten  cumplidos
sino que se hace áspera,  se estira  ante el olor
de la melancolía y la desesperanza,
la que abraza y abrasa al ser alicaído.
Como piel de Balzac, absorbe la energía
vital de quien a ella -su magia- se somete. 


21 mayo, 2015

HAY UNA CHISPA QUE SE ESCONDE...



Hay una chispa que se esconde
y bien desluce el panorama
-bajo el querer de no querer
bajo cadenas que no existen
bajo el  creer y no saber-,
a negra noche sin rocío, 
a los susurros sin sonido,
a seco arroyo por el frío
ante unos ojos impasibles
ante un latido que se apaga
ante las voces inaudibles.

Qué encanto tiene algún diseño,
si profanado es el lienzo
-de las vigilias, las  esperas,
del silencio consonante,
de los recuerdos y quimeras-,
con  el sedal de la distancia,
con la ceguera de las almas,
con el desliz de la fragancia;
cuando una flor sus hojas pierde
contra la escarcha y ventarrones,
cuando el molino se duerme
contra el descuido y los tifones.

Si se han perdido los matices
y el esplendor ya no responde.
En la llanura falta el verde,
en la ribera muere el garzo,
en la fogata el  rojo pierde;
entre viento oliendo a brisa,
entre las aguas en remanso,
entre la llama cantamisa.

Y te muerden los recuerdos
si, vivas, arden cicatrices
por la mixtura de sentidos,
por el calmante de la sed,
por los fantasmas elegidos.

11 mayo, 2015

INVIERNO



Amanece con nubes saciadas de plomo
que duermen el pensil radiante de sueños.
Es arrastrado el céfiro por vientos tormentosos
entre grises lenguajes que desentrañan cómo

quebradizas raíces colmaron serranías,
el hastío del sol en terrenos floridos
y el ahogo por aguas sin concebir después
del selvático verde, prófugo del camino.

Lento galopa el reloj en las noches sombrías
y más gimen las nubes en montañas ocultas
desprovista de palmas, sin poder evitar
desnudar sus entrañas, sus escamas sepultas.

Invierno, tempestad que pétalos marchita, 
tormenta que desgarra montañas soñadoras
talladas de abandono antes de las auroras,
como el claro silencio que se siente en la ermita.

RAÌCES




















Es noches de silencio y soledad,
sin ecos «remolcados  por la brisa»
serenos, tan seguros por las lóbregas 
montañas que se visten de ansiedad.

No chocan con sus faldas ni riegan
celajes de ventura y de querencia
en aguas que aumenten su caudal,
cuando la alborada  comienza

y en tránsito tranquilo, las aguas
campestres fortalezcan las raíces
trenzadas, saciadas de la espera
del humus que conforte sus matrices.

Raíces a la espera de fijarse
en tierra que le dio manso cobijo,
cantiga y embeleso, como afijo,
brotando rama y fruto, sin secarse.


03 mayo, 2015

EL ARROYO


Tibia corría su agua y, golpeada por rocas su valija de  
ilusiones, queda mustio el arroyo, que afanado, pero calmo, 
deseó regar riberas de un vergel de mil quimeras, con matices 
que le dijeran del paso por primaveras, disfrute de veranos,
del arribo a los otoños, sin borrascas en tránsito por inviernos.
Habíase ya perdido el espejo que reflejaba sonrisas,
el armonioso cantar entretanto rociaba pieles a su paso,
el ánfora de secretos vestidos de amor o de melancolía.
Lucía como "Laguna Grande", cuando por festejo suspiraban
o su caudal exiguo crecía con rocío de algunos ojos.

Mudas quedan tus historias, de las vivencias entre bellos rosales.
De cómo aquellas rosas, del decir de su color bien te contaran,
lo que a gritos susurraran a las sensibles manos que la cuidaban;
que eligieron sus desnudos mutilando sus vestiduras de espinas,
sin decir a su hacedor de brillo, color y radiantes matices
que emergen como custodio ante amenazas de fuertes deslices.
No te harán sus confidencias sobre raspones en sus varitas finas
ni dirán que sus recuerdos «y embeleso» no estuvieron en su tallo,
sino en el mullido cáliz, del néctar de sus vivencias embriagado. 


"Laguna Grande": Bahía de aguas luminiscentes en Puerto Rico.