DESEO

Fui el lienzo que  pintaron tus húmedos labios,

y el árido terreno que surcaron tus manos.

Gritaron mis entrañas, anhelos que enardecen

la palabra excitada de tus sutiles besos,

viajeros por mi cuerpo, en paso por mi vientre,

desafiantes de un clima lleno de pasiones,

que se somete al tránsito y placer de tus besos.

Me provoca el deseo, a soñarte como líneas

de pentagrama, para escribir mi melodía,

sin la anafrodisia por tonos de tu arte.

Grabo la ideografía en las bandas de tu cuerpo,

y la escala cromática en la pauta central

con la marca del tiempo que indica mi compás,

pausa de mi arte, para lograr perfeccionar

lienzo y pentagrama, con matices y notas

que aviven el fulgor de pintura y melodía...

se vierta la acuarela en fondo del madrigal.

("La escala cromática completa representa la sucesión ascendente y descendente de los semitonos contenidos en una octava...")

... ¡Y MÁS VIVO!

PÉRDIDAS SIN FRACASOS

La luz de tus nuevos pasos
demarcaron mis ocasos.

¿Cómo el dolor se disfraza
cuando el olvido me abraza,
tu alegría no rechaza
y mis sueños son escasos?

¿Cómo callar en ausencia,
reformar tanta creencia
si mi verdad es querencia?
¡Hay pérdidas sin fracasos!

MOMENTOS DIMINUTOS

Se acogieron los minutos
cuando el reloj marca horas;
sordas las notas canoras
dejaron de ser autoras

de suspiros y de frutos
que llueven miel en la boca,
del magma que dulce toca
si el volcán brioso convoca.

Se pierden los atributos
de momentos diminutos.

CANTO DE SENSACIONES

El acebo de mar
con todo su poder legendario
no logró a la pradera enamorar.

Las orquídeas -su esencia-
guardaban en las alas del silencio
el frenesí indiscreto, en ausencia.

Mas flores del abrojo
dan a la primavera soltura y
adornan los ejidos a su antojo.

Se marchitan las rosas,
aún con la frescura del rocío,
por brisas inciertas, farragosas.

No pudo el pensamiento
huir de la nostalgia de rosáceas,
siendo húmedo arcón de su sentimiento;

y roba a la oxiacanta 
el néctar de esperanza que, insípido,
del cáliz de las rosas se decanta.

DIVERGENCIA

Se le regalan lágrimas a la tristeza 
y  ánfora de suspiros al buen recuerdo:
razón y corazón en conflicto severo.
Amnesia y devoción luchando en un poema
que versa de silencios en altos vuelos
tentados por caricias y noches de perla;
de silencios confusos, sentidos eternos,
abono de recelo y sombras que desvelan;
de amor, no menester, que siembra los predios
sin marcar horizonte en cualquiera cuenca
y cosecha la dicha de deseo y calma;
o reclama el olvido de ilusión que atrapa,
del durmiente amor que se revela costumbre,
sentir turbado en tinta de luz y niebla.

AMANECER Y NOCHE DE ROCÍO

Amanecer y noche de rocío 
en mi piel ejercen su poder.
sentir su tibieza es comprender 
que son aliento, mar... y mi navío.

Mar que me convierte en fiero río,
aliento que a mi cuerpo da a beber 
la gracia del amor y del placer,
barca de mi desvelo y desvarío.

Tú, noche de rocío en mi vigilia,
y secas mi humedad con calidez
siendo el amanecer que reconcilia.

Tu ausencia me recuerda la niñez:
ahogo por calmar las mariposas,
tan ávidas volando sobre rosas.

CARICIAS DE AVENTURA

La impúdica llovizna
llora alegre sobre el relieve
sus lágrimas de hinojo.

Se humedecen las flores
con la dulzura de la lluvia
en riego de arrebol.

Surgen vuelos y arcoiris
sobre los jardines floridos
cerco de mariposas.

Brisa, flores y lágrimas 
anuncian destellos de luz
caricias de aventura.

DE LA AUSENCIA

Resuelta a ser la cruz de turbio traje,
que embarca en el crucero de las penas,
es veneno en vil viaje
corriendo por las venas
y ancla a un oscuro fondo, sin cadenas.

Nostalgia y sollozo son condenas
que aferran a la tierra el carruaje
del alma sin blindaje;
triste alma  en noches plenas,
los recuerdos liba en azucenas.

Asoma la carencia
y se pierde el presente de placeres...
¡Hasta hacerse costumbre la ausencia!

"La melancolía es una cruz a cuestas, por una ausencia impuesta"

(Azucena: siempre en amor)

IMPETUOSA TORMENTA

Impetuosa tormenta,
nubes sombrías chocan, se estremecen;
el temor se  acrecienta,
centellas que aparecen
punzantes y estruendos que enloquecen.

Rayo de incertidumbre
que quiebra el arbusto, otrora fuerte,
hundiéndolo en la lumbre
del fango que pervierte,
en una lucha férrea con la suerte.

Horizonte eclipsado.
¡Larga noche!, de lluvia que se espera
sea el mejor arado
que expolie la ladera
y el campo donde el arbusto creciera.