14 febrero, 2016

PUNTA DEL CIELO



Inventaste la punta del cielo, 
¡radiante! por la luz de tu presencia;
tu cómplice en la fragua de mi hielo
-incrustado en los cirios de mi esencia-,
rompiendo los espejos de la ausencia,
hasta usurpar lo amargo de mis labios
el dulzor de tus besos, y creencia
-en la entrega de cuerpos sin resabios-
en que amor sin delirio forma sabios.

Cercano a lo distante del puerto,
donde tiemblan las luces en desvelo,
en el pozo de sed del desierto,
fuiste dejando punta de cielo,
sembradora del huerto que revelo
con olor a terneza, en la ofrenda
del fruto que cosecha del encielo:
amor que no transita por molienda,
amor que en llamarada se refrenda.