La sonrisa y el brillo de
tus ojos,
las caricias tallándose en
mi piel,
embozan en el rostro un
cairel,
reflejo de emoción y de
antojos.
Viste mi piel de llamas, sin
sonrojos,
juntemos los cüerpos como anillos,
leontina lacrada sin
cerrojos;
consiente que te canten
besos rojos
de mi boca, y mis labios caüdillos,
con suavidad y aroma de
hinojos,
del calor y pasión harán despojos.
Se pierde la distancia en la
mïel,
se apaga la nostalgia tan crüel
y enciendes la sonrisa en mis
ojos.
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