Amanece
la sangre doliéndome
me
duele el cuerpo;
esta
mañana imaginé mi muerte.
Si
hubiera de morir dentro de
la
ola de Dios
hay
un modo de que me hagas completamente feliz...
Me
alegro de que el sol haya salido.
Mi
corazón emprende
el
mediodía en la calle
y
sigue el mundo su paso, rueda el tiempo
sin
el pudor del silencio.
En
el saco de mi corazón
el
mar se mide por olas,
en
el estadio de la ciudad
soy
mi cuerpo.
La
tarde de domingo es quieta.
En
la tarde quieta, las sombras de los árboles juegan a esconderse,
se
mecen los árboles;
oigo
palomas en el tejado del vecino
crece(n)
difícilmente, pero crece(n)
pétalos
quemados
con
la flor del domingo.
Te
fuiste no se a dónde.
Pensándolo
bien,
me
tienes en tus manos,
me
dueles.
Mi
corazón me recuerda que he de llorar
(-)se
ha vuelto llanto este dolor ahora(-)
Aleluya,
ahora
puedo hacer llover.
En
serio,
no se, a estas alturas, cómo
decir las cosas que suceden.
Amor
mío, mi amor,
a
estas horas, aquí,
la
primera lluvia del año moja las calles,
trato
de escribir en la oscuridad tu nombre,
en
la sombra del agua.
Me
doy cuenta de que me faltas,
no
es nada de tu cuerpo;
no
quiero convencer a nadie de nada,
no
es que muera de amor, muero de ti
Vieja
la noche
la
casa me protege del frío nocturno
(-)tu
conoces la casa, el pequeño jardín(-);
la
música de Bach mueve cortinas
(y)
en el capullo de tu ausencia crece mi corazón
con
los nervios saliéndome del cuerpo como hilachas,
como
pájaros perdidos
a
medianoche.
Títulos y/o versos de Jaime Sabines. Agregado
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