02 febrero, 2018

SIN HILOS DE REPROCHE



Aislado lo excitante de la noche
y el reloj que anunciaba un nuevo día,
duerme la ilusión que trascendía
como eco en el silencio, a derroche.

No hubo voces tejidas con reproche:
por cada amanecer que se perdía,
por el giro del aire en la grafía,
por la aguda mudez de medianoche;

al conocer lo oscuro de la luna,
al apagarse el brillo de una estrella,
al secarse el vergel que pena acuna.

No se rinde a la herida el desaliento;
seca, en la almohada, está la huella:
sal y agua en laguna de lamento.

El silencio no es voz para el hambriento;
del silencio surgen los enigmas
y de las respuestas, paradigmas.



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