02 febrero, 2018

MUERO




Muero   en  cada   verso,  con  el  nombre  que   la  prosa esconde
ante cada caricia  a la que  mi esencia responde;
muero bajo la lluvia o de tercos destellos de sol,
en las horas de luz o en las que habita la penumbra,
disfraces de tus besos con los que mi alma se deslumbra
sin ocultar, la sonrisa, el origen de mi descontrol.

Muero en cada verano cuando se alarga mi desvelo
y en vagos inviernos -alas abiertas- de franco vuelo,
si el éter de misterios propaga silbos de tus te quiero;
entretanto te siento y encamino, hacia ti, mis pasos,
cuando mi cuerpo vibra siendo aguas en distintos vasos
y aparece   en   mis  sueños  el  vaivén  del  ritmo  que bailamos.

Una vez que me entierro en el sepulcro de tu abrazo
me sorprende el cielo que reverbera en tu regazo.
Desciende  de  tus manos  -mi  embeleso-  una  lluvia  de estrellas,
se duerme mi mirada con el eclipse de tu mirada,
no se extingue la vida en la nebulosa amartelada
y muero siendo luna, llena mi extensión de tus huellas.

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