Como serpiente zigzagueas, presta,
sí, a devorarte el trofeo oculto;
huellas encuentras de mi vivo culto,
como respuesta.
Río sin agua, de arenal sin mieles,
va a la cima satisfecho el valle,
linfa febril que salpicó mi calle
de ósculos fieles.
Frías caricias en sus hebras yertas,
restos de fuego tu nocturno asecho,
ves en sus ojos su calmado pecho,
¡ansias muertas!
Surge tu llanto al llegar la aurora,
ríe la copa que albergó mi mano,
late mi pecho por tu néctar vano,
gozo que aflora.
Sé que sientes mi presencia viva
sobre los pasos de tu andar muerto;
soy arboleda que brotó en desierto,
tú, erosiva.
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