Amanecer y noche de rocío
en mi piel ejercen su poder.
sentir su tibieza es comprender
que son aliento, mar... y mi navío.
Mar que me convierte en fiero río,
aliento que a mi cuerpo da a beber
la gracia del amor y del placer,
barca de mi desvelo y desvarío.
Tú, noche de rocío en mi vigilia,
y secas mi humedad con calidez
siendo el amanecer que reconcilia.
Tu ausencia me recuerda la niñez:
ahogo por calmar las mariposas,
tan ávidas volando sobre rosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario