Impetuosa tormenta,
nubes sombrías chocan, se estremecen;
el temor se acrecienta,
centellas que aparecen
punzantes y estruendos que enloquecen.
Rayo de incertidumbre
que quiebra el arbusto, otrora fuerte,
hundiéndolo en la lumbre
del fango que pervierte,
en una lucha férrea con la suerte.
Horizonte eclipsado.
¡Larga noche!, de lluvia que se espera
sea el mejor arado
que expolie la ladera
y el campo donde el arbusto creciera.
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