En
la distancia en la que vuela un beso
llevado
por los ecos de la noche;
calmo
de la luz, el candil de plata
recoge
cada gota de rocío
para
entregar a la mañana un velo
que
cubra el dulce cuerpo de la hierba.
Como lluvia se lanzan en la hierba
las
chispas del celaje miel de un beso,
extasiada
en el alba con el velo,
cosido
en el sereno de la noche
con
cristal de las aguas en rocío,
revestido
de oro y antes plata.
El río sueña reflejos de plata
que
lamen en sus vados fina hierba;
encanto
de la aurora y del rocío,
sellando
su melena con un beso,
tejiendo
en mil diamantes por la noche
la
seda vaporosa de su velo.
Con delirio de antojo el suave velo
abriga
los alcores de luz plata,
mengua
el día en presencia de la noche
y
el ensueño del río con la hierba
alienta
sus raíces con el beso
en
camino excitado de rocío.
Trémula, la lágrima de rocío
resbala
suave el impalpable velo
de
la bruma, ofreciendo un fresco beso;
e
irisa al alba en su cristal de plata,
haciéndose
el anhelo de la hierba,
deseando
su amor por otra noche.
Cocuyos deslumbrantes en la noche,
frescura
acariciante del rocío
diseñan
en las hojas de la hierba
campiña
que agitada siente el velo,
y
el encanto de luna en risa plata
acorta
el trecho en vuelo de aquel beso.
Ese beso que otorga por la noche
el
rocío cual delicado velo
de
plata sobre el sueño de la hierba.
Miguel Ángel Miguélez & Gisela Villarroel (gisell_v)
España & Venezuela
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