
Camino sobre el mar intranquilo.
Mi boca divisa tu silueta,
esa que mis ojos siempre besan
y mi piel percibe su fragancia.
Mientras, mis oídos palpan tu sentir
y mi olfato nota lo que tu corazón dice.
Aquí, mi corazón piensa si verá tus labios
con su fragante mirada en mis entrañas.
Mis manos descalzas sobre el asfalto frío,
presurosas, van por la senda que me lleva a ti.
Entretanto, los guantes en mis pies no permiten
coleccionar las rosas que deseo llevarte.
Cabalgo por caudalosos ríos, nado por montañas
y sabanas, y navego hacia el cielo en busca de
esa estrella donde dejaste tus versos…
¡Parece un ensueño de amor!
Pero no, un infame virus cambió
mis rimas por estas incoherencias.
No obstante, existirá quien le encuentre
sentido como yo lo descubrí.
El poder del amor no enloquece
lleva a crear nuevas sensaciones
incitando a nuevas emociones
y cada segundo lo engrandece.
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