Truena la rama que por tanto tiempo
se sostuvo
en el tronco de la vida.
Rama seca y débil que espera su fin.
Un fin
-caída en el suelo- que va
carcomiendo su cuerpo.
Cuerpo, otrora tiempo, rozagante
y luminoso, veleidoso y arrogante,
que encontraba su fuerza en la energía
que brotaba del universo mismo;
y extasiado
se regodeaba de su hermosura,
de su fortaleza y de su esplendor.
Ahora, sólo le toca caer y quebrarse,
irse con el
viento, y arrumbarse en
el libro de la vida que subyace en el
propio espíritu cambiante y tesonero
de ese tronco de árbol que, imponente,
ve caer sus
ramas y su esencia.
Adiós vida... Adiós mundo... ¡Adiós!
En mi desfallecimiento total y único,
¡Gracias
vida!
Todo te debo. ¡Me voy en paz!
JGV (México)
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